En el corazón de Chamberí, uno de los barrios más populares de Madrid, encontramos un pintoresco y elegante restaurante de estilo colonial, La Contraseña (Ponzano, 6. Madrid). La combinación perfecta entre precio y calidad en las materias primas, un impecable servicio y una estética dividida en espacios (un salón, una biblioteca, un jardín...) te harán sentir como en casa. Un espacio singular y cosmopolita donde confluyen sabores clásicos y propuestas innovadoras y sugerentes.
Con decoración vintage cómodas sillas y butacones, multitud de plantas y un luminoso patio acristalado separando las dos zonas principales de sala y barra, hacen de este restaurante un lugar en el que siempre apetece quedarse y un rincón ideal para celebrar cualquier evento. Un punto de encuentro para la gente trendy de Madrid. Incluso es un buen sitio para "desaparecer", porque el secreto mejor guardado de La Contraseña tiene carácter de speakeasy y es su reservado ‘El Escondido’, del que nadie sabe nada hasta que entra y del que no se puede decir nada cuando sale, con la ventaja de acceso directo, así que si no quieres que nadie te vea entrar o salir, este es tu escondite. Un espacio para albergar de forma clandestina hasta a 12 personas.
Tras su "actualización" en noviembre de 2018 cuenta con nueva carta (con mayor atención a las materias primas de nuevos proveedores), personal renovado y más ganas que nunca de sorprender nutriéndose de nuevos proveedores y platos para todos los gustos con los que disfrutar en su horario non stop. Como protagonistas en su carta, los Mejillones de roca con salsa picantona, Ceviche de corvina salvaje con cítricos y sorbete de mandarina y los Linguini de sepia con gambones y berberechos. Entre las carnes destaca Lagartijo ibérico con pimientos de Padrón y papas, unos Tacos de costilla a baja temperatura y el Magret de pato con plátano confitado y salsa de lima. Para acompañar, nada mejor que un vino a escoger entre una amplia selección con varias D.O. de blancos, tintos y rosados además de cavas y champagnes y una carta específica de ‘Gin-Tonics de autor’.
Para terminar, nadie, ni siquiera los celíacos, debería saltarse el postre. No falta la Tarta de queso con fresas a la vainilla, ni el Brownie de chocolate con helado y la Tarta de zanahoria by Celicioso sin gluten. Además, una Torrija con cítricos, anisados y helado de leche fresca, que no solo es una increíble explosión de sabores, además es solidaria. De cada una que se pide La Contraseña dona 1€ a la Fundación CRIS contra el cáncer.
Aunque con raciones muy generosas, elegimos dos entrantes y dos principales, más el postre y el vino. Comenzamos con un Tartar de salmón marinado en casa con burrata ahumada (12€), una suave mezcla de sabores donde empezar a apreciar la calidad de los productos. Continuamos con uno de los protagonistas de la carta, los Huevos 63º con migas extremeñas (10,50€), recibe su nombre por la temperatura a la que se cocinan lo huevos para conseguir la yema cruda y la clara sólida, un plato tradicional pero con el auténtico sabor.
De principales seleccionamos de pescado el Lomo de atún al teriyaki con verduras salteadas (19€). Gracias al tamaño y frescura, se puede apreciar al completo del sabor del atún. Y de carne, la Carrillera de ternera estofada con puré de patata (16,50€), un plato que a simple vista puede parecer sencillo, pero su fascinante sabor, tierna textura y elaboración, se convierte en todo un manjar para los sentidos. Y aunque con el estomago lleno, para finalizar nos decidimos (menos mal) por la solidaria Torrija de cítricos, anisados y helado de leche fresca (6,50€). Un 1€ de este postre va destinado a la fundación Cris contra el cáncer destinado a la investigación del cáncer infantil.
El precio medio de La Contraseña (www.restaurantelacontrasena.com) es de unos 35 € por persona y su horario es de lunes a jueves de 13:00 a 01:00 h.; viernes y sábados hasta las 2:30 h. y domingos de 13:30 a 18:00 horas. Y es que La Contraseña está pensada para disfrutar de la comida, pero su nuevo horario ininterrumpido se presta a estirar los mediodías e incluso juntarlos con las noches o sumarse en el afterwork, según el día que sea. Además, los fines de semana no hay que perderse el ‘Gin Bar’ en la parte alta del local, un rincón en el que ver y no ser visto y que también se puede reservar para hacer de una reunión de amigos algo exclusivo.
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