El actor Billy Porter fue el verdadero protagonista de la alfombra roja de la 91ª edición de los premios Oscar. El artista lució un esmoquin-vestido hecho a medida de terciopelo negro del diseñador Christian Siriano, zapatos de Rick Owens y joyas de Oscar Heyman, acompañado de una camisa blanca con puños plisados y una llamativa pajarita.
El actor de Pose ha informado a la revista Vogue que "cuando eres negro y gay, la masculinidad de uno está en duda. Lidié con la homofobia por mis elecciones de ropa. Ahora estoy en una posición en la que me invitan a alfombras rojas y tengo algo que decir a través de la ropa. Mi objetivo es ser una pieza de arte político cada vez que aparezca. ¿Qué es la masculinidad? ¿Qué significa eso? Las mujeres llevan todos los días con pantalones, pero en el momento en que un hombre usa un vestido, se rasgan las vestiduras".
Asimismo, este polifacético artista crítica a Hollywood al señal que "esta industria se disfraza de inclusiva, pero los actores tienen miedo a jugar, porque si se salen del status quo, podrían ser percibidos como femeninos y, como resultado, no obtendrían ese papel de tío, o el papel de superhéroe. Y esa es la verdad. Me he enfrentado a ella".
Por su lado, Christian Siriano vuelve a luchar contra lo normativo al vestir a Porter. El diseñador estadounidense, conocido por ganar la cuarta temporada del concurso Project Runway, es ya el modisto de cabecera de las mujeres de la industria rechazadas por las grandes firmas de moda, como Octavia Spencer, quien tras los Globos de Oro, volvió a confiar él para la noche más glamurosa del cine.
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