Durante los últimos años la diseñadora de moda ha experimentado numerosas pérdidas económicas, razón por la que ha decidido dejar su firma y encauzarse en los negocios familiares en su ciudad natal, Burgos.
La crisis económica hizo que se viera obligada a cerrar su tienda en la calle Lagasca. Como otros muchos sectores, la industria de la moda ha sufrido numerosas pérdidas de talento y sueños. Arzuaga ha decidido volver a casa para encargarse de su hijo de 7 años.
La familia y los negocios de la familia ocuparán toda su atención a partir de ahora. Ha diseñado el hotel Arzuaga, en el que ha dejado su sello en cada espacio, y ha puesto en marcha un taller gastronómico de “cocina castellana de vanguardia” con el chef Víctor Gutiérrez.
El último ejercicio de Amaya Arzuaga SL, en 2015, solo obtuvo unos beneficios de 585.000 €, lo cual quedaba en negativo, en -14.000 €, al final del mismo. Todo ello sumado a la pérdidas de 2014 y 2013, 284.000 € y 393.000 € respectivamente. Los administradores de la empresa eran son sus padres Florentino Arzuaga y María Luisa Navarro.
Sus progenitores tienen una larga trayectoria en el mundo empresarial, en concreto en el sector de la gastronomía y de la hostelería. Su padre es presidente de Ibiler SA, de la que ella es consejera Delegada, y su madre es presidenta de Elipse María Luisa Navarro S.A, de la que también es consejera Delegada. Ambas empresas con un patrimonio neto valorado en varios millones de euros.
Su último desfile fue el de primavera-verano 2017 y también fue su aniversario, cumplió 20 años en Cibeles. “Pocos supieron leer entre líneas, allí Amaya se despidió definitivamente, me sorprende que nadie lo haya dicho”, tal y como dijo un antiguo colaborador de la diseñadora. En ese desfile no se presentó nada nuevo, sino que se resumió a sí misma. Las prendas que desfilaron fueron piezas representativas de anteriores colecciones que pusieron fin a dos décadas de trayectoria.