Con la Semana Santa a la vuelta de la esquina, somos muchos los que todavía no hemos planeado ningún viaje para disfrutar de las vacaciones. Todos sabemos que por su tradición religiosa, la mitad sur de España es la más visitada en estas fechas, concretamente, Andalucía y Murcia. Pero desde El Joven Tintero os traemos una propuesta nacional situada al noreste, Barcelona.
Lo ideal de visitar la capital catalana en esta época es que ya hace suficiente calor como para dar agradables paseos por la playa o tomar un café en una terraza. Nunca sin olvidarnos de conocer todos y cada uno de los rincones de la ciudad.
De visita obligada es el barrio gótico. Situado en el corazón de la ciudad es uno de los núcleos más antiguos y bonitos de Barcelona. Es común perderse entre las callejuelas medievales, las tiendas vintage y los anticuarios de la zona. Un ambiente de leyendas e historia que no deja indiferente a los visitantes. Además, son numerosos los lugares de interés cultural y religioso que se pueden encontrar en el barrio gótico: el barrio judío; la Plaza Real, que situada junto a las Ramblas y con un estilo neoclásico es la una de las plazas con más ambiente de la ciudad; la plaza de San Felipe Neri, que se alza sobre el antiguo cementerio medieval de Montjuic del Obispo, destruido en la Guerra Civil; la Catedral de Santa Eulalia, una construcción gótica catalana del siglo XIV y la Capilla de Santa Lucía, que alberga en su interior un jardín de ocas.
El Raval es un barrio auténtico y estimulante de la ciudad de Barcelona. Sin olvidar su lado “oscuro”, que también lo tiene, el Raval, antiguo barrio chino, se antoja una visita irresistible para los turistas que buscan ir más allá. Entre las callejuelas de la zona se pueden encontrar cafés, restaurantes y bares con gran ambiente. El barrio se hizo especialmente famoso porque alberga muchos estudios, galerías y librerías. El arte se respira en la calle, claro ejemplo de ello es la historia del gato gordo, El gato de Botero.
Además, cerca del barrio se encuentra el refugio antiaéreo 307, construido durante la Guerra Civil para proteger a la población de los constantes bombardeos que sufrió Barcelona en esta época. No es un lugar único, hay más repartidos por toda la ciudad, pero es uno de los mejor conservados. 400 metros de túneles con enfermerías, baños y salas para niños entre otras cosas, que se convierten en un auténtico memorial de la lucha por la supervivencia. Su visita, es muy interesante. Además cuenta con efectos sonoros que semejan bombas cayendo sobre la ciudad.
Para finalizar, y como buenos amantes de la comida que somos en El Joven Tintero, no nos podemos olvidar que cerca del Raval se encuentran dos de los mercados más importantes de la ciudad. Por un lado La Boquería y por otro, el de Sant Antoni, que aunque lleva varios años en reformas es uno de los más espectaculares. Hay que aprovechar para ir ahora, porque cuando lo reabran reformado va a ser casi imposible posar un pie dentro del mercado.