Guillermo Martínez -
Título: Rebelión en la granja
Autor: George Orwell (Motihari, Raj Británico, 1903 – 1950, Londres, Reino Unido)
Título original: Animal Farm
Año de publicación: 1945
Idioma original: Inglés
Editorial: DEBOLS!LLO
Páginas: 141
Año de la edición: 2016
Idioma de la edición: Castellano
Traducción: Marcial Souto
ISBN: 978-84-9989-095-1
Adquirido el día: 26.11.2016
Comprado en: Fue un regalo de una amiga
Descriptores: Lucha / Egoísmo / Revolución / Esclavitud / URSS / Rebelión / Poder / Libertad / Intransigencia / Asamblearismo / Desilusión
Parece ser que los mejores libros, lo más libres, son los que mayor esfuerzo lleva publicar. No económicamente, sino moralmente. Por ello, Orwell nos introduce en Rebelión en la granja con un prefacio en el que se explica detalladamente qué es la libertad de prensa, qué es la libertad de expresión y si por entonces (y yo añado: y hoy en día) se podían ejercer libremente.
El autor era conocedor de lo que el fascismo estaba llevando a cabo, ya que luchó con el POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), de tendencias trotskistas, en la Guerra Civil Española. Pese a ello, después se arrepintió de haber formado parte del POUM, admitiendo que hubiese sido mejor engrosar las filas anarquistas. De todos modos, sus ideas libertarias le condujeron a percatarse de que también en la URSS se estaban cometiendo asesinatos indiscriminados, torturas y juicios sin ninguna garantía. Para luchar contra todo tipo de autoritarismo, escribió Rebelión en la granja, que pese a ser ya un escritor medianamente reconocido, no le fue fácil poder publicar la obra debido a la alianza rusa y británica en la II Guerra Mundial.
Orwell lo que buscaba una realizar un trazo sencillo de lo que se había convertido la Unión Soviética tras el ascenso al poder de Stalin. Asimismo, también estaba convencido de que la obra tendría mucha mayor difusión si se pudiera traducir y entender fácilmente. Lo consiguió.
La obra trata la distorsión de unos ideales primigenios en los que imperaban la honestidad, la fraternidad y la solidaridad. El problema, como casi siempre, vino con la analfabetización; la lacra que significa tener a alguien como líder con el que no te sientes identificado; y cómo el trabajo y su visión actual y moderna nos pueden llevar a alejarnos de aquello por lo que realmente luchamos.
El argumento principal del libro se puede resumir en que los animales de la Granja Solariega se rebelan contra el señor Jones (representando la figura del zar Nicolás II de Rusia) y contra cualquier cosa que proceda de los humanos, a los que ven como amos, esclavizadores y torturadores. Después de ello, serán los cerdos los que siempre tendrán el poder. El primero se llama Comandante, en el que Orwell proyecta la figura de Karl Marx. Dicta los mandamientos por los que se deberá regir la nueva sociedad y hace discursos grandilocuentes acerca de la realidad que pronto desean conseguir.
Del mismo modo, este anciano cerdo recuerda una vieja canción que de pequeño cantaba, denominada "Bestias de Inglaterra", en clara alusión a "La Internacional" soviética. Pero pronto este cerdo fallece, relevándole en el cargo dos cerdos: Bola de Nieve (Trotsky) y Napoleón (Stalin). Aunque con grandes enfrentamientos entre ambos, las decisiones aún se toman en asamblea, donde cada uno tiene su voz y ninguna suena por encima de cualquier otra.
De repente, todo ello cambia. Napoleón había estado educando a una camada de perros (que recuerdan a la policía secreta estalinista, la NKVD) recién nacida, que cuando ya son un poco mayores utiliza para atacar a Bola de Nieve y hacerle escapar de la granja, ante la sorpresa de todos los animales de la granja. Así es como Napoleón se autoproclama Presidente de la Granja Animal, tal y como la habían denominado los propios animales, y empieza a imponer una serie de medidas autoritarias y sin precedentes que los demás no entienden.
Entre ellas, el cántico "Bestias de Inglaterra", que era un símbolo de efusividad, ahora solo se podría cantar una vez, convirtiéndose en un himno. Se suspendieron los debates, en los cuales se tomaban las decisiones entre todos, para dejar éstas en manos de un comité en el que tan solo habría cerdos. Se empezaron a poner privilegios solo para los cerdos, como levantarse una hora más tarde de los demás, mudarse a vivir a la casa del desahuciado granjero y, más adelante, beber alcohol.
Al mismo tiempo, el líder Napoleón, cada vez daba menos la cara, utilizando a Chillón, otro cerdo, para comunicar las decisiones a los demás. También cabe remarcar que el nuevo "director" de la granja llega a cambiar varios mandamientos en su propio beneficio, como cuando en el cuarto añade "con sábanas", para poder dormir en una cama, en el quinto: "en exceso", para poder beber todo el alcohol que quiera, en el sexto se añadió "sin motivo", aunque nadie haya jugado esos motivos; y, por último, en el séptimo se encuentra el ejemplo más claro de manipulación egoísta, quedando el mandamiento así: "Todos los animales sin iguales, pero algunos animales son más iguales que otros".
Todo esto producido sin una queja de los demás animales, ya que la mayoría no sabían todavía leer y las explicaciones de Chillón les convencían rápidamente. Con el paso del tiempo se dieron cuenta de que no podían vivir únicamente de lo que cultivaban, así que se llegó a un acuerdo con un humano, perteneciente a su mundo exterior, en el que se intercambiaban huevos por cereales. Lo llamativo de la cuestión es que Napoleón, en ningún momento, pregunta a las gallinas si les parece justo el trato, ya que son ellas quienes van a "sufrirlo", lo que es otro acto más de autoritarismo.
Además, a lo largo de la trama van apareciendo diferentes actores que representan figuras muy importantes en la URSS y la época por la que pasaba, como Hitler, Churchill, los aristócratas cercanos a los zares o la Iglesia Ortodoxa, pero su descubrimiento lo dejo en manos del lector.
Todos los animales que tuvieron o creían haber tenido algún tipo de contacto con Bola de Nieve después de que este fuese expulsado, fueron liquidados fulminantemente; en clara alusión a las purgas de la URSS. Además, la alienación servil a la que se ve abocada esta sociedad si no cambia su mentalidad sobre el trabajo, se ve de forma clara en el caballo, Boxeador. Él es el que se carga con el mayor peso del trabajo, el que más trabaja y el que está empujado por su autoconvicción, al no parar de repetir "Trabajaré más duro" y " El camarada Napoleón siempre tiene razón", en el que el escritor proyecta la imagen del proletariado.
El lenguaje y la cultura son otros de los grandes rasgos que cualquier sistema dictatorial quiere controlar, como bien sabía Orwell. De esta forma, se empieza a llamar a Napoleón con fórmulas ceremoniosas, del tipo “nuestro líder, el camarada Napoleón”, “padre de todos los animales” o “terror de la humanidad”. A su vez, la cultura es algo que había que borrar si se pretendía instaurar una nueva: se eliminó el cántico, como antes se ha señalado, pero es que además, otro cerdo componía poemas y nuevas canciones en alabanza a Napoleón. Buscaban así la pérdida de la memoria, la pérdida del arraigo más innato que tiene una persona, que es aquél entorno en el que se desenvuelve habitualmente, lo que evoca varias imágenes de 1984, obra del mismo autor.
Al final, las medidas represivas se hacen mucho más patentes en el día a día. Se prohibió saludar con el término “camarada”, un claro síntoma de que ya no todos los animales eran iguales, se elimina el cuerno blanco y la pezuña que antes ondeaba en su bandera, perdiendo así cualquier tipo de peculiaridad.
Orwell termina el relato como lo terminaron tantas miles de personas que, movidas primeramente por un ideal honesto y justo, vieron después que todas esas ideas se desvirtuaban a favor de unos pocos. Da igual como los llames, pueden ser reyes, zares, presidentes autoproclamados o cualquier tipo de persona que gobierna un Estado en el que la democracia no es real.
Es decir, una vez más, los animales eran los que trabajaban y los cerdos los que maltrataban. ¿Acaso fue casualidad que Stalin y su séquito fueran descritos en la obra como “cerdos”? Una cosa está clara, y es que da igual quién mande si se siguen utilizando los mismos métodos contra los que luchaste algún día.
Ya lo dijo alguien hace mucho tiempo: distinto cerdo pero mismo collar.
CITAS
Cualquiera que desafíe la ortodoxia dominante se ve silenciado con una eficacia sorprendente. Casi nunca se presta atención a una opinión pasada de moda, ni en la prensa popular ni en las revistas intelectuales. (Prefacio, pág. 9)
Como es natural, los críticos que dominan el arte del insulto no lo atacarán por razones políticas, sino literarias. (13)
Ahora bien, cuando uno exige libertad de expresión y libertad de prensa, no está exigiendo libertad absoluta. Siempre debe haber, y en cualquier caso siempre habrá, cierto grado de censura mientras perduren nuestras sociedades (14)
En otras palabras, defender la democracia implica destruir la independencia de pensamiento. (15)
Cambiar una ortodoxia por otra no supone necesariamente un avance. (18)
No sé cuándo se producirá esa rebelión, si dentro de una semana o cien años, pero sé, con la misma certeza con que veo la paja que piso, que tarde o temprano llegará la justicia. (Obra, 26)
De todos modos, habías días en los que preferirían menos cifras y más comida. (90)
Si tenían ahora una vida de hambre y de trabajo, ¿no era acaso justo que existiera un mundo mejor en algún otro sitio? (109)
-¡Usted tiene que lidiar con los animales inferiores —dijo—, y nosotros con las clases inferiores! (124)
Los animales que estaban fuera miraban a un cerdo y después a un hombre, a un hombre y después a un cerdo y de nuevo a un cerdo y después a un hombre, y ya no podían saber cuál era cuál. (127)