Natalia Agüera -
Nacer, crecer, madurar, envejecer y morir…
Surge el milagro de la vida, esa pequeña semilla florece y se convierte en un precioso ser humano, comienza una nueva vida. Una pequeña vida que aporta a los padres la mayor de las felicidades, ellos te protegerán de todo mal, mientras tu única preocupación será no caerte mientras corres o no salirte de la línea del dibujo mientras coloreas a medida que vas creciendo y descubriendo un mundo lleno de posibilidades.
Van pasando los años y ese niño que jugaba en el parque, se convierte en un adolescente, y las responsabilidades comienzan a crecer, tienes que tomar muchas decisiones algunas de ellas complicadas, qué camino escoger, qué estudiar para después buscar un trabajo, encontrar una pareja… una persona con la que compartir tu vida.
Y bien, decides dar un paso más en tu vida, encuentras a una persona con la que te compenetras a la perfección y que a pesar de las pequeñas diferencias del día a día creéis que es la hora de comenzar vuestra vida juntos para formar una familia. Porque nunca fuiste más feliz y cada día a su lado es el mayor de los regalos. Y ahí es cuando en realidad comienza el camino, levantarte cada vez que te caigas, luchar cada día por un futuro mejor, que a tu familia no le falte de nada, apoyar a tu familia en los momentos complicados...
Pasan los años y tus hijos se hacen mayores, tan mayores que apenas los reconoces, han crecido demasiado y además una terrible enfermedad te tiene atrapado en el pasado, tus hijos a los que les tomabas de la mano para cruzar la calle cuando eran pequeños, ahora son ellos los que te ayudan a caminar en la vida, mientras te recuerdan con amor día a día quiénes son porque ya no eres tú, es la maldita enfermedad del Alzheimer.
Y entonces haces balance de tu vida, y te das cuenta que ha merecido la pena estar toda la vida luchando por conseguir todo lo que te has propuesto, ha merecido la pena elegir a la persona con la que compartiste tu vida, ha merecido la pena formar una maravillosa familia y merece la pena ser feliz por siempre jamás…
A mi abuela.