Verte a cada momento del día es lo que necesito, es todo lo que pido, pero no será tan fácil. No sé si eres tú, o quizás yo, pero es inevitable. Hay algo, no sé el que. Algo que me impide que todo sea perfecto, algo que nos una, que una la realidad, tu piel con mi piel.
Tal vez es el carmín de tus perfilados labios, o el claro marrón de tus ojos, esos pequeños ojos en los que solo yo veo esa profundidad, que se fusionan con la inocencia de tu sonrisa cuando estamos juntos. Quizás seas simplemente tú lo que me hace desearte, desear la luna, las estrellas, desear tu corazón. Pero como en toda historia de amor, un final feliz es una incertidumbre.
Tu seguirás a aquel hombre al que solo deseas por el simple hecho de que te corresponde y que todo es fácil con él, ese bienestar que solo se consigue en el espacio, en las nubes, lejos de todo, lejos de mí, y de ti.
No te preocupes, sufriremos, dolerá, es obvio que dolerá, pero nos curaremos. Dicen que el amor lo cura todo, y se les olvida leer la letra pequeña y los efectos secundarios.
Aunque los dos lo sabemos, una vez que lo que siento bajo la piel se cure, y el tiempo cure las pequeñas heridas y solo queden unas leves cicatrices rosadas y frágiles capaces de abrirse de nuevo, llegado ese momento, lo que escriba con mi pluma y la tinta derramada sobre mi escritorio, ya no será para ti, si no para otra.
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