Porta do Sol, Vigo / Photo: Mike C Costas
Una mañana de Sol. Ese frío de principios de diciembre. El ajetreo de la ciudad, de aquellos que vienen y van. Y en medio… en medio dos personas siendo una.
Casi que un mundo paralelo que les hace sonreír como pequeños de tres años que observa un pájaro mientras echa a volar. Y todo esto, simplemente, por el hecho de sentir las palmas de sus manos rozarse en medio de la gran avenida.
Es algo nuevo que empieza, que quema. Y ambos, corazones arrastrados mil y una vez por la corriente, saben que es momento de aprovecharlo por que pronto puede que acabe; porque es de esos amores utópicos que ni los mejores novelistas pueden plasmar en sus obras maestras. Por ello y mucho más, sonríen como tontos ajenos al vaivén cotidiano de esa ciudad, que ¿quién sabe si volverán a pisar?
Pero hoy son un par de sonrisas en una mañana de Sol que dista mucho de aquellas lluviosas tardes de Soledad. Bajo ese frío de principios de diciembre. Bajo el ajetreo de la ciudad.
Mike C Costas