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Foto del escritorRedacción

La que era la piscina más grande del mundo convertida en sala de exposiciones



Nemo 33 cuenta con la denominación de haber sido la piscina más profunda del mundo durante 10 años. Situada en Bruselas, es utilizada para la recreación, la práctica de buceo, por cineastas, expertos científicos y ahora también por artistas. Frederic Buyle ha querido mostrar sus obras sumergidas en este lugar único, donde además del enorme foso de buceo multinivel, también cuenta con una cafetería, restaurante y aulas.

John Beernaerts, experto en buceo de origen belga, quiso en 2004 inaugurar su gran proyecto, Nemo 33, que recibe el nombre por el personaje del Capitán Nemo creado por Julio Verne y su novela 20.000 leguas de viaje submarino. La idea era crear lo que hoy en día es una realidad: un edificio que contase en su interior con un enorme foso con capacidad de 25.000 m³ de agua para realizar prácticas de buceo. Esta piscina multinivel alcanza los 33 metros de profundidad, aunque según la lectura de un profundímetro digital, la cota asciende a 48,6 metros no oficiales.

Gracias a 14 ventanas situadas en los primeros 12 metros del foso, a nivel de la superficie se puede observar todo lo que ocurre en su interior. Nemo 33 cuenta con cinco zonas, ya que Beernaerts pretendía que los iniciantes a esta práctica acuática no tuvieran que desplazarse hasta zonas no seguras en la costa. Para aquellos expertos, cuenta con dos zona de buceo bajo techo, la primera a -7 metros en la que es posible sacar el cuerpo del agua, y una segunda a -9 metros en la que se encuentran dos cámaras de aire donde el buceador puede quitarse la máscara y tomar un poco de aire fresco. “Llevo cuatro años practicando buceo, y todo lo que he realizado en este centro no lo hubiese podido hacer de otra forma, porque entre la familia y el trabajo no tengo tiempo para desplazarme”, comenta Françoise Armand, un buceador asiduo a Nemo 33.


Ocho años fueron los que se tardaron en construir este “monstruo” subterráneo, cinco para el diseño de las instalaciones y la tecnología necesaria, y tres más para llevar a cabo el proyecto y construir lo que es hoy en día Nemo 33, todo ello gracias al arquitecto Sébastian Moreno-Vacca. Nada ha sido al azar, consiguiendo que la iluminación del foso sea natural gracias a los amplios ventanales de la zona superior, aunque ayudada en lo más profundo por focos de 4600ºk que imitan a la luz solar.

Italia destrona a Nemo 33

En esta piscina tiene el privilegio de poder bucear la Asociación Profesional de Instructores de Buceo (PADI, por sus siglas en inglés), quienes afirman que “es un privilegio poder trabajar y hacer lo que nos gusta dentro de la ciudad y alejados del mar”. El centro acuático se estableció durante 10 años como la cuenca más profunda del mundo, hasta que en 2014, con 40 metros reconocidos, el proyecto italiano Y-40 abrió sus puertas en la ciudad de Abano Terme, destronando a Nemo 33 e introduciéndose en el Libro Guinnes de los Records.

"Conocíamos que tenían planes para destronarnos", reconoce Gema Ivonna, encargada de comunicación de Nemo 33, quien asegura que "la profundidad no es lo que nos preocupa”. Esta piscina acoge cada año a 1.000 buzos que “antes de Nemo 33, el único lugar en Bélgica que tenían para practicar este deporte era en las canteras o en la presa de l’Eau d’Heure, situada al norte del país, y ahora pueden venir a Nemo 33 con toda la seguridad y comodidades”, destaca Ivonna.

Nemo 33 convertida en sala de exposiciones


Armado con una bombona de oxígeno, un neopreno y un par de aletas se puede bucear no sólo para practicar este deporte acuático, sino también para poder contemplar una exposición de arte. Frederic Buyle, un buceador belga, expone durante todo el mes de marzo una exposición de fotografías tomadas por este incansable descubridor del mundo submarino. Las obras cuelgan entre dos y doce metros de profundidad, y en ellas se pueden apreciar tiburones y ballenas. También, se pueden ver desde el exterior gracias a las grandes ventanas superiores.

Más de 10 horas de inmersión se tardó en colocar las piezas expuestas. Para la seguridad y el manteniendo de las obras, “se sumergieron en paneles acuáticos que cuelgan de unas barras de acero inoxidable”, cuenta orgullosa Gema Ivonna.

“No es la primera vez que se necesita sumergirse para apreciar una exposición”, según afirma la recepcionista del centro Nemo 33, Marion Vilquin. Ya que hasta diciembre de 2014, Philippe Francq expuso las aventuras de Largo Winch en la serie de comics número 19, consiguiendo que el visitante, a pesar de estar sumergido, pudiese leer las 32 tablas en las que se exponían las páginas del cómic.

A pesar de haber sido destronada, Nemo 33 seguirá en cabeza como una de las piscinas más recomendadas para prácticas de buceo del mundo. Como hasta hoy, seguirá contando con miles de visitantes cada año, gracias a sus instalaciones y a la comodidad de tener la oportunidad de practicar este deporte sin tener que desplazarse a la costa ni iniciarse en lugares poco seguros.

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