No te das cuenta, pero eres TÚ.
Tú. Claro que eres tú, pensabas que no me había fijado en ti. Pensabas que no me había dado cuenta de lo que habías creado dentro de mí, esa horrible sensación, a la que algunos llaman “estar enamorado”, y yo me niego a creer que sea verdad. Enamorado. Amor, ¿eso no es solo para las películas, para los poemas y todos los textos e imágenes creados a lo largo de historia que nos ablandan por dentro?
Tú. Sigues ahí, ¿verdad?
Pensabas que no me había fijado antes en tu sonrisa. Pensabas que no reconozco el dulce olor de tu ondulado pelo, todas las veces que pasas por mi lado y me miras.
Me miras.
Pensabas que no me había dado cuenta, ¿verdad? Fallaste, si lo hago. Y si, se lo que estas pensando, y la respuesta es, verde. Son verdes. Un verde tímido que se esconde tras los delicados mechones de pelo que caen sobre tu rostro. Afortunadamente, tus mejillas, continuamente sonrojadas, me hablan de ti.
Si no me equivoco, ya has perdido el asombro, ¿por qué, sabías que esto pasaría?
Era evidente, tarde o temprano tenía que ocurrir. Tu. Yo. Uno enfrente del otro, cara a cara, destapando lo que reflejan nuestros ojos, lo que sentimos el uno hacia el otro. Porque es evidente, los dos lo sabemos. Ya está todo hecho, ahora que ya no dudamos de nuestro amor podemos… podemos…
Ey, ¿Por qué agachas la cabeza? ¿Por qué no dices nada? ¿Qué es lo que niegas?...
Lo siento.
Eso es, eso es todo lo que pensabas decirme, después de tanto tiempo ocultando lo que sentimos. Pero tranquila, se porque tanto tiempo. Sé porque lo sientes, y sé que no deberías de hacerlo. Lo sé y tú lo sabías. Tú sabías que esto no podría ser verdad. Pero no hay problema. Ya puedes intuir que desde ahora no dejare de luchar para estar junto a ti. No pensarías que te dejaría marchar. No sin intentarlo. Porque sabes una cosa, sé que esto que siento no es normal, lo sé, y quiero descubrir que es, contigo, junto a ti, porque…
…eres TÚ!