Todos sabemos para que sirven unas gafas de sol, protegen de los rayos solares, de la luz, nos visten, nos complementan... pero si nos paramos a pensar, es un similir de la vida, del alma.
Sin darnos cuenta, o si, quien sabe, buscamos algo que nos proteja, algo tras lo que refugiarnos si algo nos molesta, nos daña o nos perturba. Quizás, simplemente llevemos gafas de sol como un complemento mas, algo que esta a la moda, algo para decir al mundo, soy yo, así soy, gafas que otros no se atrevan a llevar o tal vez, que seas de esas personas que lleve las primeras gafas que quedan bien, que son útiles y realizan su función. Pero entonces, parar a pensar, ¿Es posible que hagamos lo mismo con nosotros mismos, que vistamos el alma?
Somos capaces de hacer cosas que otros no, o no se atreven a hacer. Damos nuestro punto de personalidad al mundo que nos rodea, con la ropa, con las acciones o nuestra forma de estar presentes. Por lo tanto, todo ello, ¿lo hacemos por nosotros mismos, porque queremos, porque así nos sentimos bien con nuestro yo, o porque pensamos que es lo que hay que hacer, que es útil y que cumplimos nuestra función, en un mundo en el que nada pasa por casualidad, nuestro mundo, tu mundo...